Quiero
silenciar mi pensamiento de tu recuerdo,
olvidar
tu nombre para no pronunciarlo.
La
desesperación me ahoga,
y
el dolor me aprisiona.
En
vano intento cerrar mis heridas,
sintiendo
que muero en lenta agonía.
Y
en el umbral de mi muerte te desentierro,
hiriéndome
más tu presencia en el recuerdo.
Me
abriga la soledad,
me
hiere tu ausencia prolongada,
hundiendo
en la desesperanza
a
mi alma desolada.
No
hay esperanza, cuando la esperanza...
es
la nada.
Y
con el profundo dolor de la perdida de tu amor,
yo
te añoro, yo te reclamo.
Por
qué fingiste que me amabas,
por
qué engañaste a mi corazón.
Por
qué en la entrega de nuestros cuerpos,
cuando
mi alma en comunión con la tuya
se
fundía dulcemente, me decías que eras mía.
Y
ahora estoy solo, consumiéndome en la desesperación.
Entre
el odio y el amor, sangrando por las heridas
de
tu abandono, mi pobre corazón siente que se muere.
Y
el odio me aferra a la vida.
Ya
no se si vivir o morir.