Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida.
Porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida.
Porque veo al final de mi rudo camino,
ya que yo fui el arquitecto de mi propio destino.
Si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno,
ya tú no me dijiste que mayo fuese eterno.
Hallé sin duda largas noches de mis penas,
Como un inventario de vida. Un brazo. Carlos
ResponEliminaGracias por tu visita
EliminaCuidate
Una forma poética para despedir la vida.
ResponEliminaSaludos.
Gracias por tu aportación y visita
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