Mi alma se seca, y mis sentimientos,
se pudren en mi pecho por la pérdida de mi alma.
Me siento vacío, mi corazón palpita
a punto de explotar.
En mi cabeza solo existe un lugar oscuro,
sin pensamientos, sin sueños.
Dentro de los colores, yo soy el negro.
Sin gracia, esperando lo inevitable.
¿Quebrar más este corazón?, ¿quién se atrevería?, nadie.
Ahora prefiero odiar.
Mi cabeza gira en torno a la maldad.
Y si me besas, pruebo tu sabor dulce,
y dejo mi amargura en tus labios,
como un recuerdo.
Y no me queda nada más que esperar,
como un cazador, tú muerte lenta y dolorosa.
De la cual solo me limitare a observar, y a reír,
al igual que tú lo hiciste cuando mataste mi alma.
Emotivo, vibrante, dolido.
ResponEliminaUn abrazo
Gracias por tus comentarios en mis entradas.
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Con el alma muerta, sólo la venganza colma la esperanza, de nuestras ganas de renacer.
ResponEliminaGracias por pasar por mis entrdas.
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Un poema duro cómo la vida misma pero hay que ver el negro cómo un color más que también destaca cuando llega la ocasión y el odio sólo ocasiona desazón y un sin vivir al que lo tiene así que mejor desterrarlo y sustituirlo por el perdón y el amor para sentirse más feliz.Besicos
ResponEliminaGracias por tus aportaciones en mis entradas.
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Un poema que representa muy bien el dolor y el despecho.
ResponEliminaSaludos,
Gracias por pasar y dejar tu huella en mi blog.
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