Escribir es como
mirarse al espejo.
Lo haces para ti,
pero con la intención
de que quien te
vea o te
lea,
sepa ver lo que tú
has creado.
Escribir poesía es
además,
como mirarse en un
espejo irregular.
La imagen que se
ofrece varía
según la posición
del que la recibe.
Así, la poesía
ofrece tantas interpretaciones
como se le quieran
dar...
Incluso soy de la
opinión de que la poesía
no se debe leer:
se debe releer y releer.
Y en esas
relecturas va cambiando la perspectiva
inicial, para
hallar y descubrir nuevos matices.
Nuevos puntos de
vista, nuevas emociones,
nuevas facetas del
autor.
Ante la pregunta
“¿Qué es la poesía?”,
José Hierro
aseveró sabiamente:
"poesía es aquello
que dice más de lo que dice".
Y así es en verdad
desde el momento
en que quien
escucha o lee unos versos experimenta
unos sentimientos
que pueden coincidir o no con los del autor.
La herramienta
usada ha sido diversa.
No esperéis
encontrar perfecciones métricas.
Las más son de
catorce versos, creando así sonetos.
Algunas de ellas
endecasílabas.
Otras andan en
siete u ocho sílabas.....
Creo que tan
purista es calcar el metro
como dejar que
fluya a su antojo.
Lo que quise
expresar es lo que expresé.
Mi intención no es
sino la de mostrar sin barreras
los sentimientos,
con el ánimo de remover conciencias
sin ningún tipo de
pudor y, a la vez, sin ningún tipo de maldad.
Y eso lo hago a
través del punto débil del ser humano: el amor.
Algo tan
constructivo a veces como destructivo las más.
Algo incontrolable
incluso para los que huyen de él.
Algo necesario en
cualquiera de sus formas.
Por eso, escribo
estos versos con más parte de alma que de razón.
Quizá sea porque
en el amor la razón debe buscarse en las almas.....
Ahí tiene el
lector parte de a mía.
El resto lo tengo
repartido entre aquellos que saben
o intentan
ofrecerme lo que necesito.
A quien me quiera leer