Soy aquella piedrecita
de caminos pedregosos
que me pisas constantemente
sin saber si sufro o me divierte.
Nací de un vendaval
y me quedé sola templando
sin saber que me esperaba,
vino la lluvia
y le pedí que me arrastrará,
ella de mí se olvidó,
el viento llego
y entre aquel torbellino loco
yo saltaba y saltaba
hasta quedar al borde
de la vieja ribera
enseguida me dormí
porque estaba rendida
de tan ajetreo
y desperté con el alba
y los gallos con su llamada
que me de parará esta mañana.
¡Muy bonito, Nélida!
ResponEliminaPrecioso poema, todos tenemos esa incertidumbre de que nos deparará cada día.Besicos
ResponEliminaNos has engalanado con tus palabras, la sencilla piedrecita agradecida debe estar
ResponEliminaCariños
Gracias guapa.
ResponEliminaBesos